jueves, 15 de octubre de 2015

Tren a Zhenzhou, primer contacto con cultura China o el infierno de coger un tren en pekin.

El tren a Zhenzhou

El tema del tren chino nos preocupaba un poco. Habíamos reservado el billete con antelación (y por un pastón) desde Madrid y teníamos un papel en ingles con la reserva. Cuanto poder en un cacho de papel. Carmen había mirado como llegar desde el avión a la estación de trenes. Afortunadamente teníamos como 4 horas de  margen para cogerlo. Salimos contentas, con ganas de comernos china, pero tras perdernos repetidamente por el metro de Pekín ( estábamos aun atontadas por las 12 horas del viaje + escalas) con una mochilona y una maleta embarazada a cuestas, con la mala suerte de pararnos en estaciones sin escaleras mecánicas ( por lo demás el metro de Pekín es fácil de usar y muy cómodo) , ya empezamos a ponernos nerviosillas. Cada vez que veía escaleras el corazón se me hundía un poquito.




Llegamos a la parada y emergimos por la boca de metro a lo que me pareció un caos total:  muuuchos chinos, subiendo, entrando saliendo, empujando. Intenté atropellar a los menos posibles con la embarazada, mi maleta rosa chillón y carmen haciendo lo posible por no matar a alguien con un revés del mochilón que llevaba. Se nos estaba acabando la paciencia. Salimos a una especie de plaza, abarrotada, porque afuera estaba diluviando. Veíamos un montón de sitios donde ponía ticket office, otros donde ponía un símbolo de tiket letras en chino y chinos mirando, pero de la estación de trenes ni rastro. Intentamos preguntar a gente aleatoria, por si teníamos suerte y alguno hablaba ingles. Ni papa. Probamos a echar a andar por la acera, todo estaba lleno de colas, de gente haciendo colas. Pero para que eran las colas?!? Letras en chino.  Como podía haber tantos sitios para comprar tikets y ninguna maldita entrada a la estación?! Venga a dar vueltas. 
Probamos a volver al metro y preguntar en el punto de información. Entrar tal y como estaba a reventar de chinos (digo chinos, porque ahí ni un extranjero) era toda una prueba de fondo. Empujamos, esquivamos, y nos mandaron de vuelta afuera… ya desesperadas y con cada vez menos tiempo de margen decidimos hacer una cola aleatoria, al interior de un edificio pegado al metro. 
Ah por supuesto olvidaba decirlo que fuimos tan pánfilas de no llevar traductor en el móvil el primer día. xD Nunca más. Me las arreglé para hacerle entender que queríamos llegar a la estación al guardia muy simpático, que uso su traductor para decirnos que era aquí, y que teníamos que recoger los billetes en la ventanilla. Ya una vez billete en mano, casi llorando de la emoción, nos dijeron que la estación estaba ahí mismito, todo recto. 
Que ni el anden 9 y ¾.

Llegamos a la sala de espera del tren, fue hacernos unos noddles, estábamos hambrientas y abrieron las puertas para entrar. -.-  dejo el tema interesantísimo y apasionante sobre los trenes chinos para otro capítulo.
Entramos de las últimas, por supuesto, porque ahí se cuela todo el mundo, sin protestas ni gritos. Disciplinadamente caóticos,  o pacíficamente indisciplinados quizás. Nos quedamos sin sitio para poner las maletas, pero no nos importó. Lo habíamos conseguido!!!  Habíamos llegado al tren! Respiramos tranquilas. En Zhenzhou nos recogería un amigo chino de la escuela, Masai, con el que iríamos hasta el templo.
Yo dormí todo el camino, con la cabeza colgando en ángulos imposibles. 







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